Los pueblos del norte, se quedaban sin tierras para vivir y alimentarse, con un exceso de población que difícilmente podía sostenerse y con unas nuevas naves, los drakkars, maniobreras y veloces, se permitieron realizar incursiones cada vez más lejanas de Escandinavia, llegando a asolar las costas del Mediterráneo o ciudades como París, navegando por el Sena.
Galicia sufrió su visita en varias ocasiones, con visitas por las rías y ríos, atraídos por las riquezas de Santiago de Compostela y él sepulcro del Apóstol.
Torres como las de Catoira, protegían la entrada del Ulla y la catedral. Años en los que los nobles gallegos y la iglesia tuvieron que dedicar inmensos recursos en proteger el territorio y expulsar a famosos vikingos, como el llamado Ulf el gallego.











